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EJT EL FELIZ ALUMBRAMIENTO
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.Z7J? ORDEN" SUPERIOR.
MADRID EN LA IMPRENTA REAL
AÑO DE l83o.
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De gozo sirve, y no de susto, el trueno
Al que se afana en rústicas fatigas, Cuando, rompiendo de la nube el seno, Lluvia abundosa esparce en sus espigas; Asi, con rostro de zozobra ageno, Oyen las Musas, de la paz amigas, El suceso, que hoy fausto se proclama, Aun en las bocas con que Marte brama. Llevan tronando en estampidos secos
Feliz anuncio á la nación Ibera De monte en monte, y por los valles huecos Retumbando se esfuerza y regenera: Tan dulce son alígeros los ecos Cuidan que siempre dure y que no muera; Sino que se prolongue al mar profundo, Y llegue alegre hasta el confin del mundo. |
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4
¿Con que ese anuncio fija el hado incierto De nuestra patria! ¡ ó trueno afortunado! No es tan grato el fanal que enseña el puerto Al bajel entre escollos empeñado : No es tan suave la lumbre al cuerpo yerto: No es tan bella la vida al deshaueiado: Ni al que á remo sin fin la ley condena Es tan dulce ver rota su cadena. En su alegre relámpago relumbra
La española región, y la balanza De su destino hasta el zenit encumbra, Campo espacioso abriendo á su esperanza: ¡Cristina un fruto de su seno alumbra!../ |Y el sexo amable á poseerlo alcanza!... Mas siendo flor de planta tan hermosa, No importa, no, que sea clavel ó rosa. Y ¡ó Dios! si aun en la mísera cabana,
De escasez y aflicción nativo asiento, En lecho humilde y bajo débil caña Un pastorcillo nace, y da contento; Tal, que resuena en torno la campaña En parabién del triste nacimiento; Y el infeliz consorcio es celebrado De dar al .mundo un nuevo desgraciado. |
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5
¡Qué no será, bajo artesón brillante De palacio ostentoso en mármol y oro, Donde esperan un Rey, y un pueblo amante En cuna ebúrnea su mejor tesoro! ¡ Qué no será Cuando el oido encante El dulce son del infantino lloro, Y en la doliente madre se divisa,
Tras tanta pena, la primer sonrisa I Entonces es á Reyes y Naciones
Gozo común y público consuelo: Y esto anuncian los bélicos cañones
En gran rimbombo estremeciendo el suelo;
Esto el aire azotando los pendones, Y el cóncavo metal girando á vuelo;
No en vano alarde de sangrienta gloria, Mas cantando de amor dulce victoria. Que es triunfo cierto sobre el hado ciego
Que con futuros males nos conmina, Esa inocente prenda de sosiego Que en brazos del Monarca da Cristina; Y él al gran pueblo la presenta luego
A cuyo imperio y gloria la destina; Y es delirio el clamor del alborozo,
Y diluvio de lágrimas el gozo.
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6
Ansiaba yo cantar placer tan vivo; Y me espaciaba solitario en donde
Manzanares de miedo al rayo estivo Sus claras aguas en la arena esconde; Y cuando mas llamaba á Febo esquivo,
Que á mi cansada voz ya no responde, Otra mas delicada me suspende Cuyo concepto fue: Mira y atiende.
Luego vi que los árboles crecían,
Y de pintadas aves se poblaban;
Las márgenes del rio se extendían, Las arenas cual nácar relumbraban, Las aguas desde el fondo refluían ! ^-v" Y á besar del palacio el pie llegaban;
Y con caudal inmenso Manzanares
Correr pomposo á enriquecer los mares. Mas por el plano azul de su corriente
Mi vista un carro de coral cautiva, ;nlj Que surcando las aguas blandamente tv. Al impulso de blancos cisnes iba: ni Y reclinada en su espaldar luciente
En talle airosa, en ojos expresiva, , ñ
Náyade tal, que sola bastaría A disculpar la griega idolatría. |
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Al paso que en las ondas se resbala Daba al prado matiz, y brillo al cielo:
Y aura de vida al ánimo regala
Que el corazón conforta, y da consuelo:
De sus varios plumages hacen gala 3
Las aves, sin osar lanzarse á vuelo;
Mas, cual si fueran animadas flores,
La cantan al pasar salvas de amores.
Paró su curso ante el Palacio Hispano,
Porque á los blancos cisnes halagüeña Con torneado brazo y blanca mano Y dedo de marfil les hizo seña:
Entonces del conjunto sobrehumano De sus encantos dio bella reseña, Mostrando en todos perfección tan rara Que la envidia á enmendarla no acertara. Dos Genios luego del gracioso coro
Que triscando en la concha se divisa, Un arpa dánla de cristal sonoro, Que ella recibe con genial sonrisa: Lucen las manos en las cuerdas de oro, Su pie en los trastes que gracioso pisa, 5T sobre el arpa, que á pulsar empieza, Descuella airosa la gentil cabeza. |
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8
Los cantos de la selva suspendidos., Solo uno se oye en la encantada nave, Que á distinguir no aciertan los oidos Si es órgano mortal, ó ninfa, ó ave: Solo sí que sus labios divididos Respiraban un son blando suave, Cual si saliera fresca y vagarosa La voz de un ruiseñor por una rosa. CANTO DE LA NÁYADE.
Frescas aguas y arboledas,
Solitario albergue mió, Con qué gusto en vuestro rio Salgo el aura á respirar! Sostened las leves ruedas
De mi carro y cisnes bellos; Y oiréis al paso de ellos]
Vuestra dicha en mi cantar. En mi plácido retiro
Vivo humilde en paz serena: Mientras pobre entre la arena Mi raudal perder se vé. Mas no sé qué fuerza hoy miro
Que me ensancha en el espacio; Y de Iberia al gran Palacio
A besar me eleva el pie. |
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9
¿Quién alienta mis desmayos,
Quién mis aguas reproduce? ¡ Qué astro nuevo brilla y luce En la Ibérica región! Uno solo, cuyos rayos
Ál bien público destina De Fernando y de Cristina La feliz constelación. No es su esfera el alto cielo,
Que en la tierra resplandece, Y por mano Real se mece En cuna de oro y marfil: Trasluciendo en claro velo
La inocencia, que alli posa, Como Fernando bondosa, Como Cristina gentil. Ya de ambos augustos dueños
Las prendas juntas en una Son mecidas en la cuna Por la Gracia y la Virtud: Y el labio que mueve en sueños
Con halagüeña sonrisa Muestra á España por divisa Prosperidad y quietud* |
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La elegante palma bella
Del Sebeto trasplantada, Por mis aguas fecundada Parca en frutos no será: Hoy es tierna copia de ella
La que en gozo nos inunda, Y mañana mas fecunda Del Rey otra nos dará. 1 :
Asi ahuyenta los temores
Que turbaban nuestro suelo: Su sonrisa es la del cielo En roja Aurora boreal: Tal se ve cubrirse en flores
El mas árido terreno, Si improviso de su seno Brota un puro manantial. Del Olimpo ya desciende,
De una en otra sien suprema De Castilla la diadema En perfecta sucesión: Y entre ambos polos se tiende
Cadena de Reyes bella: Siendo Isabel Luisa en ella El mas precioso eslabón. |
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II
jÓ si abrir me fuera dado
El gran libro del Destino, Y con aliento adivino Sus misterios declarar! Cuánto honor fuera cantado
Cuánto lauro y cuánta hazaña Del tesón con que la España Esta prenda ha de guardar! Basta que la Paz la envuelva
En sus mas floridos lazos; Que la reciba en sus brazos La firme Fidelidad: Y mientras duerme, y en selva
De laureles se cobija, Minerva sola dirija Los progresos de su edad.
Que á sombra del solio hispano,
Al paterno apoyo unida, Aprenda á regir querida El noble cetro español ; Y ceda á un feliz Hermano
El lauro que ciñe ahora; Cual vemos la bella Aurora Ceder el oriente al Sol. |
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12
Esto enunció la Ninfa encantadora:
Esto oyó Manzanares en su orilla; Ya triste al ver que con la voz sonora Se alejaba la alegre navecilla. De sentimiento humilla Su altiva frente el rio -^ Y la mágica pompa y señorío,
Que debió á la presencia de su Diosa
Volvió á estrecharse en margen arenosa.
Prestos al par volvieron
A su forma primera
Los árboles que ciñen su ribera,
Y tan grandiosos á mis ojos fueron*
De aves también quedando de improviso
Despoblado tan bello paraiso. Llevóse, en fin,,el viento
Ante mi vista ansiosa Escena tan grandiosa De esplendor, de ventura y de incremento:
Pero mi pensamiento s- Conservó fija la apacible idea De que aquello tal vez imagen sea De la prosperidad á que camina España, en la era de su Dueño amado; Y á que la elevará de grado en grado La prole de Fernando y de Cristina. |
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